“El cáncer no es lo peor que me ha pasado en la vida”

Por Ofelia Estrada

Es jueves 19 de octubre y me reúno con Flor Sánchez e Isabel Centeno en la oficina de Enviaflores, convertida por primera vez en un estudio de grabación para esta ocasión. Después de varios cambios de fecha y horario, por fin me puedo sentar con ellas a platicar en el Día Mundial del Cáncer de Mama sobre su experiencia, e incluso me sorprende la energía tan positiva y la apertura con la que tratan el tema.

Son madre e hija, y la primera etapa contra el cáncer comenzó cuando a sus 67 años, Flor recibió su diagnóstico.

“Para cuando a mí me dan ese diagnóstico, yo ya había visto morir a una amiga muchos años antes de cáncer de mama. El antecedente que yo tenía era una serie de amigas o conocidas que habían tenido la enfermedad con una tremenda sobrevida mala y muy pocos años”.

Es decir, el panorama que yo podía tener enfrente era malo y sin embargo sólo pensé en lo que me dijo el doctor: ‘Estamos en el 2003, hay muchas cosas ahora, tu tipo de cáncer tiene estas características que son favorables y le favorece el tener más edad’. De ahí me agarré y me quedé tranquila”, declara Flor, ahora de 81 años.

Sin embargo, al conocer el diagnóstico de Isabel la reacción no fue la misma, fue mucho más duro para ella, algo que se refleja en la pausa que hace antes de empezar a hablar.

“A mí me pudo mucho más el cáncer de Isabel que el mío, en mi caso lo tomé de una cierta manera y en el caso de Isabel, pues es mi hija, es algo que no esperas. Su cirugía me afectó más que la mía. No es lo mismo el que le pase a un hijo”, comenta Flor con la voz entrecortada.

Por otro lado, la principal preocupación de Isabel fue su hija, quien se encontraba en pleno desarrollo a los 10 años. Para Isabel, conocer su resultado en 2011 fue como si le pusieran el freno a su vida de manera abrupta, y todo lo que antes había representado una preocupación simplemente dejó de serlo.

“Sentí un poco de enojo, breve pero intenso, y preocupación por mi hija, quien era chica, sentía que todavía estaba en formación y me parecía que era demasiado pronto si yo tuviera que irme”, comenta Isabel, quien es psicóloga.

El apoyo mutuo entre Flor e Isabel se refleja, así como también la solidaridad y el soporte que recibieron de su gran red de familiares, amigos y conocidos. Incluso para ellas esa red de apoyo y socialización que representa la organización Unidas Contigo, donde ambas realizan voluntariado, fue pieza clave en su recuperación.

“El primer día que yo llegué me encontré como con 20 mujeres hablando de frivolidades, unas lo estaban pasando y otras ya lo habían pasado.Y yo que pensaba que ya tenía todas las respuestas, para mí fue un baño de optimismo”, narra Flor enérgicamente.

Esta misma red de apoyo y lazos sociales que su mamá tenía, fueron motivantes para que Isabel enfrentara su proceso y mantuviera una perspectiva positiva hacia la enfermedad.

“El haber estado en contacto hace algunos años con grupos de mujeres que lo habían pasado y estaban perfectamente bien, me daba una visión del cáncer de mama como algo que no era tan malo”, cuenta Isabel.

Las amigas, la familia te hacen sentir varias cosas: uno, que tú eres más que tu cáncer, y lo otro es esa humanidad compartida, que es el saber que todos tenemos problemas, yo ahorita tengo cáncer, pero amiga tiene otra cosa. Es parte del ser humano, en realidad eso es lo normal, que nos pasen de vez en cuando cosas que no nos gustan”.

Incluso, a raíz de su experiencia, Isabel decidió especializarse en dar apoyo psico-oncológico a otras mujeres. Sobre esto, platicamos acerca del apoyo que podemos ofrecerle a una persona cuando pasa por una proceso tan complicado como este.

“No me parece que haya una fórmula para cómo acercarte a ayudar, hay mucha diferencia entre alguien que tiene un diagnóstico temprano y alguien que tiene una metástasis, y está en la última parte de la enfermedad. También la edad en la que se encuentra la persona, hay muchas variables jugando”.  

Pero yo siempre pienso y defiendo que escuchando no fallas, si tú estás ahí para escuchar o te haces presente de alguna manera, o eres un oído, un hombro donde se puedan acerca a ti es algo que no falla”, recomienda Isabel.

Al final la reflexión que hacen ambas es poderosa, imposible no contagiarse de ese optimismo con el que las dos se expresan de esta experiencia. En el caso de Flor ella tiene claro que el cáncer no ha sido lo más difícil en su vida.

“Es muy importante las vivencias que has tenido y cómo las has superado. Tú a lo largo de la vida vas teniendo aprendizajes, a mí cuando me diagnosticaron el cáncer, no era lo peor que me había pasado en la vida. Yo había tenido otras experiencias, que para mí fueron mucho más trascendentes, mucho más importantes, más penosas emocionalmente que el cáncer de mama”.

Mientras que Isabel prefiere describir su experiencia a través de una metáfora: la vida es como una carretera en la que vamos a toda velocidad y no vemos lo que está pasando a nuestro alrededor, por lo que esta noticia le enseñó a ver los detalles e ir más lento.

“El cáncer te lleva por una carretera alterna, donde hay muchos baches, hay que ir despacito, cada paso cuenta. Pero te da tiempo de voltear, asomarte a la ventana, ver las flores. Este bajar la velocidad te permite otro tipo de felicidad, así lo viví yo. Aprecié cada sonrisa en mi hija, cada momento con mi familia, cosas que en mi autopista las dejaba pasar”, finaliza.

Esta es la primera parte de dos entrevistas con tres mujeres sobrevivientes de cáncer de mama. La segunda parte es una plática con Perla Alarcón, quien ha pasado dos veces por el diagnóstico.

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